Quizás sea demasiado tarde para acordarme de quien ahora mismo disfruta ya en la gloria, quizás esas personas hallan soñado alguna vez en su vida con pasear de verdad a la Madre de Dios y a su Bendito hijo por los senderos de Dios. La verdad es que hace tiempo que tengo esta deuda, a lo mejor es mi falta de valentía para afrontar los sinsabores de la vida, o el no poder enfrentarme a la hoja en blanco para teñirla de negro.
Estas personas, que con mas o menos humildad, mas o menos protagonismo, o mas o menos bondad, que trabajan por y para nuestras Hermandades desde la particular lupa de la trabajadera, son las que de alguna manera son especiales. Estoy seguro que no son los únicos que nos van a faltar esta Semana Santa, estoy seguro de que hay mas hombres y mujeres de bien que no estarán. No quiero con esto saldar ninguna deuda con nadie, ni en lo personal ni en lo profesional. Pero por desgracia los extremos de la cuerda se une alguna vez irremediablemente en nuestras vidas, para de esta manera señalarnos que el circulo se ha cerrado y debemos de iniciar otro camino menos físico. La longitud de esa cuerda y su grosor no tiene nada que ver con la cantidad de años que hallamos vivido en este mal terrenal que nos confunde con lo efímero y lo insustancial. La dimensión de la misma lo marca la intensidad, lo bueno y lo malo, la dureza de lo vivido y las alegrías que nos dio la vida. Cuando las ganas de vivir todo hasta el ultimo segundo, la ultima sensación, hasta los limites de lo humano, nos hace perder la conciencia a golpe de hormigón, asfalto y metal, o cuando creemos que una nueva vida comienza ante nosotros, esa vida tan anhelada de paz, sosiego y calma, es en ese momento cuando nos damos cuenta que las cosas no son como nos la esperamos.
Dos personas importantes para las cuadrillas de la Hermandad de la Victoria han anudado su cuerda, larga, gruesa y ruda. En ambos casos la intensidad de sus vidas han marcado a todos los que estuvimos a su alrededor. En ambos casos la huella dejada en los demás es y será imborrable. Tal y como ellos se merecen, esa huella debería de dejarse en sus parihuelas, ya sea con una pequeña placa, ya sea grabada a fuego. Ejemplos como Tobi y Julio los tenemos casi todos los años en casi todas nuestras cuadrillas, y por desgracia muchos de ellos caen en el olvido.
Espero que cuando mi cuerda se anude, sea tan larga, gruesa y ruda como la de ellos. Gracias a todos y que Cruja la maera mas halla de nuestras parihuelas.
Estas personas, que con mas o menos humildad, mas o menos protagonismo, o mas o menos bondad, que trabajan por y para nuestras Hermandades desde la particular lupa de la trabajadera, son las que de alguna manera son especiales. Estoy seguro que no son los únicos que nos van a faltar esta Semana Santa, estoy seguro de que hay mas hombres y mujeres de bien que no estarán. No quiero con esto saldar ninguna deuda con nadie, ni en lo personal ni en lo profesional. Pero por desgracia los extremos de la cuerda se une alguna vez irremediablemente en nuestras vidas, para de esta manera señalarnos que el circulo se ha cerrado y debemos de iniciar otro camino menos físico. La longitud de esa cuerda y su grosor no tiene nada que ver con la cantidad de años que hallamos vivido en este mal terrenal que nos confunde con lo efímero y lo insustancial. La dimensión de la misma lo marca la intensidad, lo bueno y lo malo, la dureza de lo vivido y las alegrías que nos dio la vida. Cuando las ganas de vivir todo hasta el ultimo segundo, la ultima sensación, hasta los limites de lo humano, nos hace perder la conciencia a golpe de hormigón, asfalto y metal, o cuando creemos que una nueva vida comienza ante nosotros, esa vida tan anhelada de paz, sosiego y calma, es en ese momento cuando nos damos cuenta que las cosas no son como nos la esperamos.
Dos personas importantes para las cuadrillas de la Hermandad de la Victoria han anudado su cuerda, larga, gruesa y ruda. En ambos casos la intensidad de sus vidas han marcado a todos los que estuvimos a su alrededor. En ambos casos la huella dejada en los demás es y será imborrable. Tal y como ellos se merecen, esa huella debería de dejarse en sus parihuelas, ya sea con una pequeña placa, ya sea grabada a fuego. Ejemplos como Tobi y Julio los tenemos casi todos los años en casi todas nuestras cuadrillas, y por desgracia muchos de ellos caen en el olvido.
Espero que cuando mi cuerda se anude, sea tan larga, gruesa y ruda como la de ellos. Gracias a todos y que Cruja la maera mas halla de nuestras parihuelas.
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